Mi blog de rarezas, lo que me pasa, lo que veo, lo que leo,
lo que escribo, lo que sueño, lo que pienso,
lo que siento, lo que hay, lo que me gusta y lo que no,
pero sobre todo mi amor por mi hijo,
entre miles de chifladuras más!

lunes, 7 de enero de 2013

El Atlas de las Nubes.


Pues me alegra decir que mi primero libro leído del año sencillamente me fascinó. Y eso que fue por pura locura que lo empecé a leer… no más por esa fijación medio maniaca que tengo de leer siempre el libro antes de ver la peli (cosa que quizá haga con Los Miserables). Y, por otra parte, seguramente la película de Cloud Atlas no me habría pero ni pasado por la cabeza verla, de no ser por un artículo en cierta revista de cine que a veces compro. Y ¡qué bueno que existen las revistas!, si no me habría perdido de un libro excelente y de una película magnífica.

Al empezar a leer El Atlas de las Nubes, de David Mitchell, de verdad que no lograba engancharme y no estaba segura de si lograría entender qué rollo con la trama, pero había pedacitos muy impresionantes y en cierto modo eso fue lo que me ayudó a no cejar en mi empeño de terminarlo. Y es que no empieza así que digamos muy interesante; un tipo que escribe un diario y lo que vive en una isla, los nativos, las costumbres de éstos. Después se embarca para regresar a su hogar, y empieza la aventura… aderezada con ciertos tintes trágicos.

Pues bien, ya me estaba yo clavando en el diario de navegación de Adam Ewing  y luego ¡zas! Que me cambian la historia. Ahora se trataban de cartas de un joven músico que le cuenta sus peripecias y  a un amigo suyo. Antes de satisfacer mi curiosidad me la vuelven a cambiar; algo más policiaco; una periodista, crímenes, misterios, pistas… Empiezo a entender que esto de dejar las historias a medias es algo así como la finalidad del libro y vuelve a suceder otras tres veces y luego de regreso. A saber, la cuarta es de un anciano editor que termina en un asilo en contra de su voluntad; después una distopía (muy a la Huxley y Un Mundo Feliz); y al final un mundo del futuro que ha regresado a ser primitivo. Cada historia se sitúa cronológicamente después de la anterior (la primera es en mil ochocientos y algo, la última en dos mil cuatrocientos no sé qué… o algo así, la verdad soy muy mala para gravarme fechas) y en lugares geográficos harto lejos unos de otros. Y las historias son como matrushkas, cada una aparece por equis o ye razón dentro de la siguiente… enredado, ¿cierto? La sexta historia es como la apoteosis de todo, a partir de ella se desenvuelven los desenlaces de las demás… o más bien, ahora cada historia busca el final de su antecesora. Todo retrocede.

Uno no puede más que seguir leyendo para saber cómo carajos acabará cada historia y, quizá, encontrar alguna explicación a ciertas cosas de las otras. Como el maldito ‘antojo en forma de cometa ubicado entre la clavícula y el omóplato’, una seña que tienen en común algunos de los personajes y que ¡no!, no me pregunten, porque no logré descifrar el misterio. Es un libro que mezcla tantas cosas que perturba, tiene todo y, en lo personal, me es fascinante la manera en que me llevó a través de tantos siglos, tantas vidas… que alguna cosa que pasa en un momento va discreta y sin prepotencia a cambiar el destino de alguien luego de muchísimos y muchísimos años. Y, aún siento cierta frustración por lo complicado que resulta de repente, y en los últimos días he llegado a decretarme a mí misma que tengo que volver a leerlo (pronto), para sacarme de muchas dudas; sobre todo después de que vi la película (tema para luego).

Está por de más decir el dulcísimo sabor de boca que me dejó y que sin lugar a dudas es algo de lo mejor que he leído en mi corta y loca vida. Cuando me topo con joyas como esta me pregunto el porqué de que existan bazofias tipo Cincuentas Sombras de Grey (y los árboles que talan para imprimir esas bazofias…). Total, cuando termine de leer los tres tomos de la bazofia esa, la criticaré. Mientras, seamos todos felices leyendo buenos libros, jaja. Un beso y hasta la próxima!!

martes, 1 de enero de 2013

Propósitos de año nuevo.


Mi mantra para este año es: “nuevos planes, idénticas estrategias”. Sí, me lo volé de una canción, ¿y? Total, que el año pasado estuvo lleno de risas, lágrimas, aprendizaje, caídas, momentos increíbles (y otros no tanto), personas nuevas que me llenaron de más felicidad; las personas que siempre están ahí y me demostraron que siempre lo estarán; y otras muchas que simplemente se perdieron en el tiempo y el espacio… a algunas de ellas cuesta trabajo decirles adiós. Sin embargo no me arrepiento de nada nadita de lo que hice… creo que tampoco de lo que dejé de hacer y pretendo pasármela igual de bien este incipiente año.

 

En cuanto a mis propósitos… nada de pretender dejar de fumar, volverme abstemia, ponerme a dieta, hacer ejercicio, ni nada de ese tipo de cosas que la neta ni intención tengo de cumplir. Aunque tal vez debería probar una de esas terapias como en el capítulo de Garfield donde Bonachon (o cómo se escriba) decide dejar de morderse las uñas, sólo que la mía dirá; “te levantarás de la cama en cuanto suene el despertador” o “no dirás ‘cinco minutos más’, porque se convierten en media hora y siempre sales pitando para el trabajo”… igual y eso funcionaría.

 

Por otro lado, tampoco prometo ser una mejor persona (así como soy me quiero, punto, jaja), además hace un par de meses me propuse hacer ‘votos de humildad’ y no más no pude… rayos, un día tal vez me ponga a trabajar en eso. Quizá por ser tan ojete es que en el intercambio pasado ni un abrazo me merecí del tipo que me dio regalo… bah, al fin que ni me importa.

 

Por eso, en vez de hacer propósitos absurdos e incumplibles, prefiero seguir concentrándome en lo que me gusta y, por enésima vez, ¡¡ya no abandonar Los Días Extraños!! (¿Cuántas veces van que lo digo?...). No me importa a quién tenga que asesinar para cumplirlo, pero ahora sí lo haré… muah jajaja, eso se oyó muy extremista. Na, tampoco es para tanto. Bueno, como sea; los otros propósitos serán seguir con mi ritmo de lectura, el cual me siento orgullosa de decir que este 2012 se recuperó (porque el 2011 andaba del nabo) y, de ser posible, mejorarlo. Juntando estas dos cosas, pues reseñar más lo que leo (y lo que veo también) lo más rápido posible porque luego me tardo una semana o más y entonces las ideas se me mueren… o se escapan por algún pinche agujero que tengo en la cabeza y no son los oídos ni los ojos ni nada de esas cosas.

 

A ver, ¿qué más? ¿Qué más? Ay creo que ya, tampoco es para tanto. Y si se me ocurre algún otro en el transcurso… pues ya veré si es digno de comentarse.

 

Para finalizar, pues les deseo un Feliz 2013 a todos lo que pasen por aquí, que al fin el mundo ni se acabó y tenemos un largo año para seguir echando desmadre… y el 13 es de buena suerte, aunque seguro mucho me dirán que no es cierto, jajaja. Sólo espero que nadie vaya a provocar otra maldita histeria colectiva gracias al número. Besos y hasta la próxima!!

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