Mi blog de rarezas, lo que me pasa, lo que veo, lo que leo,
lo que escribo, lo que sueño, lo que pienso,
lo que siento, lo que hay, lo que me gusta y lo que no,
pero sobre todo mi amor por mi hijo,
entre miles de chifladuras más!

lunes, 30 de enero de 2012

Sin titulo.

Hace un par de semanitas escribí esto. Me inspiré en algunas de las cosas que me gustan; de hecho hay algunas referencias a canciones y películas, a ver si ustedes las descubren, jeje.



Voy a convertirme en una de esas bestias
Que se alimentan del miedo y la desesperación,
Voy a tragarme las almas de los muertos
Y a dejar mi sangre correr en los azulejos.

Voy a robarme los dientes de los cadáveres,
Para vendérselos a las hadas malditas
Y que me den un secreto que haga
Que te enamores de mí.

Voy a darte una rosa a cambio de que
Refugies a mi alma contra el cruel frío,
Y que las fieras no la arañen ni la muerdan,
Como hicieron con mi cuerpo
Que yace en una hedionda ciénaga.

Voy a platicar con el diablo un rato,
A decirle que estoy enamorada de ti,
Que me arranque el corazón y si quiere los riñones,
Pero que me deje el recuerdo
Del primer beso que te di.

Voy a regalarte mi ojo izquierdo,
Envuelto en un pedazo de la luna,
Que te sirva de amuleto para la buena fortuna,
Y en contra del monstruo que mora dentro de mí.

sábado, 28 de enero de 2012

De ángeles y asesinos.


Después de haber pasado por la horrible desilusión de que Anne Rice dejara atrás el vampirismo, resulta que llega una grata sorpresa. Un nuevo libro de tintes oscuros y con las páginas empapadas de sangre. Ya sé que estoy atrasada, pero es que hasta ahora pude hacerme del tiempo para leer su obra más reciente y (aprovechando) de una vez me leí la continuación.

Hace poco encontré en algún lugar de la red críticas pésimas acerca de este libro; afortunadamente ya había terminado su lectura, de lo contrario me habría dejado llevar por un juicio erróneo. Pienso que la persona que escribió esa terrible opinión estaba demasiado predispuesta cuando leyó La hora del Ángel. Y no, no voy a decir que se compare ni remotamente con aquellas crónicas que tantos estragos causaron en mí y que, hasta la fecha, me siguen fascinando y envolviendo en ese mundo inmortal y hermoso, pero estas ‘crónicas angélicas’ (no sé a quien se le ocurrió titularlas así, pero les aseguro que no fue a mí), sí son dignas del persona cuyo nombre ostentan en la portada.

En el primer libro vamos a conocer a un asesino a sueldo que en su pasado sufrió indeciblemente y, pretextando eso, se convirtió en sicario de un hombre que siempre le dice que ellos son los “chicos buenos”. Rice nos describe la vida de Toby O’Dare (pues así se llama el protagonista) de una manera tan vívida, detallada y magistral como sólo ella sabe hacerlo. En lo personal hay una escena que me puso al borde del llanto, tan macabra y cruel que, a partir de ahí supe que esta lectura sí valía la pena, y mucho.

Por otra parte, un ángel se le aparece a O’Dare y le ofrece la salvación a cambio de que le ayude, valiéndose de esas excelentes dotes gracias a las que ha sobrevivido asesinando gente (un poco irónico ¿no?). Total, que el ángel este lo lleva al pasado (siglo XIII) y ahí el protagonista debe cumplir su misión, salvando a cierto número de personas. El final del libro es, sin lugar a dudas, un nada disimulado gancho por parte de la autora para comprar el que sigue (supongo que también es válido).

En La prueba del Ángel, también el ser celestial se lleva a Toby por un viaje en el tiempo, pero en esta ocasión a la Roma del siglo XV. Salvar una vida… aprender una lección… no dejarse llevar por las tentaciones. La verdad es que en esta segunda entrega hay más filosofía y disertación acerca del bien y el mal; el protagonista se ve asaltado por dudas acerca de su identidad y del valor de su vida y de su paso por el mundo y su misión como ser humano y todas esas cosas que todos nos hemos planteado alguna vez (creo). Huelga decirlo, a ratos llega resultar tedioso. Pero eso no le quita el mérito que tiene de lograr envolver al lector de manera mágica, imaginar los escenarios, meterse en las conversaciones… incluso percibir los olores. Y, en mi opinión, ahí reside el valor de un libro.

En conclusión, no son estos libros para profundizar mucho en ellos; yo diría que mero entretenimiento y nada más; pero valen la pena y cumplen su objetivo. Con eso basta para que se queden en mi lista de inseparables. Un beso a todos y hasta la próxima!!!

jueves, 26 de enero de 2012

De Bunbury y las cantinas.


Hace poco más de un mes que salió a la venta el más reciente trabajo de mi adorado Enrique, titulado Licenciado Cantinas. Con un formato más bien rústico y ningún tema original, pero eso sí, con su estilo tan propio dominando en todos y cada uno de los temas.

El primer sencillo, Ódiame, es simplemente la muestra del rumbo que llevan el resto de las canciones, tan populares de este lado del mundo, como él mismo dice; tan de cantina, como quiere hacer ver el disco. Para ello, basta con la descripción que nos asalta al abrir el disco, y que dice así:

Extraído de la cosecha musical latinoamericana, Licenciado Cantinas es un tributo a la lírica popular destilada con maestría por Enrique Bunbury, ofreciéndonos un producto reposado y madurado interpretando a autores legendarios que añejan el sabor de la historia, el verdadero sabor a cantina que degusta el amor, el abandono, la perdición, el alcohol, la redención y la muerte.

Cual tequila ¿no?, jaja. Como buena amante y gran fanática de este hombre, me he imbuido del disco hasta el cansancio, reconociendo sólo un par de las canciones que lo componen, y conociendo por primera vez el resto de ellas. Aunque no descarto la posibilidad de haberlas escuchado antes y no recordarlo, por la sencilla razón de que (en su estado original) no son del género ni el tipo de canción que a mí más me mueve.

He tenido todo tipo de sentimientos encontrados para con estas rolas; desde incredulidad, pasando por un poco de nostalgia (porque quiéralo a no, a eso me empujan algunas de las canciones) y llegando al punto de la hilaridad al oírlas. Entre muchos otros.

Después de todo, sigue siendo él, el aragonés errante que tiene su patria aquí y allá. Un sujeto que alcanzado tal consagración respecto a su música que ya no importa tanto si experimenta con proyectos tan raros como este. Porque aunque a muchas personas les parezca que ha caído en decadencia (“ya no le da la inspiración para escribir sus propias canciones”), a nosotros, que lo hemos seguido hasta el infinito, siempre nos complacerá escuchar lo que tenga para darnos.

Finalmente dejo su “Licenciado Cantinas the Movie”, un cortometraje protagonizado por él y cuyo elemento principal es la música (¿qué otra cosa podría haber sido?). Con un argumento que nos hace evocar aquello del fin del mundo y todas esas profecías que tan “amenazados” nos tienen. Lo único que no me cuadra es que no hay tanta referencia a ese lugar llamado cantina como se podría esperar.

Quien sabe. Lo único cierto es que sí se me antoja ponerme una briaga de aquellas para llorar, aderezada con estas canciones y la encantadora voz de Enrique. Como sea, por hoy es todo, espero que disfruten del video tanto como lo hice yo. Un beso y hasta la próxima!!!



domingo, 22 de enero de 2012

... pero tengo varicela.


Pues bien, otra de las cosas que me impelió a retomar las riendas de mi amado blog, es que he estado recluida en mi casa desde el martes pasado. Nada más y nada menos que enferma de ¡¡varicela!! ¿Pueden imaginar algo más vergonzoso? Yo digo que además de molesto (por no mencionar lo aburrido) es vergonzoso. Sobre todo porque mi carita está toda picada y a ratos me entra la depresión y pienso que nunca se me van a quitar estas cosas horribles y voy a quedar marcada de por vida. Bueno… quizá también tiendo a ser muy dramática. Pero es que esto de estar encerrada no más no va conmigo.

Todo empezó desde el domingo que amanecí con las ronchitas y por la tarde, en el trabajo, me empecé a sentir mal. Yo atribuí todo al cansancio, al estrés y eso; el lunes me tocaba descansar así que pensé que con un día de relajación se me pasaría. ¡¡¡Pero nooooo!!! Para el lunes me sentía peor y fui al médico… ¡oh sorpresa! Me diagnosticaron varicela. Tuve que ir a hacer todo el show ése del seguro social y de más. Me auguraron de dos a tres semanas de ‘cuarentena’, aunque por principio sólo me dieron una de incapacidad, depende de cómo evolucione todo se decidirá si me dan más o ya me dejan regresar al trabajo. Que yo espero que ya pueda volver, porque el encierro me trauma… más.

En fin, para sobrellevar mi situación me he dedicado a hacer lo que más me gusta hacer: leer, ver películas y dormir. Abrazar mucho a mi pequeño vampiro y estar con él (aunque ya vimos juntos la película de Toy Story como cinco veces… no importa, vale la pena). Hemos jugado, se ha dormido conmigo (cosa que no hacía desde hace meses) y le estoy enseñando el abecedario, le sale precioso de la K a la R (qué orgullosa me siento). De hecho he procurado contagiarlo, que porque dicen que es mejor que le de ahora que es chiquito, además de que estaría bien que se enferme de una vez porque aprovecho para cuidarlo yo; sin embargo no más no da síntomas, por más que lo abrazo y lo beso, no parece tener intenciones de pescar el virus.

Diantres!! Qué bonito se siente ver mis choros tecleados en un documento de texto… ¿eso qué? Total. Les mando un beso, al fin que a través de la red no los contagio, jeje. Hasta la próxima!!!

sábado, 21 de enero de 2012

No estaba muerta…

Aunque quizá pude haber perecido en medio de tanta confusión, tanto drama en que me vi envuelta contra mi voluntad y otro tanto en el que me envolví por propia decisión. Quizá me haga falta escribir como antes para desahogarme de todo; sin embargo me da miedo empezar porque temo no poder parar hasta vomitar la última de mis tristezas. Es cierto que hace más de dos meses no aparezco por aquí, y me entra un incómodo sentimiento de culpa al pensar en ello; sobre todo porque para el primero de esos meses no tengo justificación. Tampoco voy a aventar el choro de que me absorbió el trabajo o de que me quedé sin nada que decir, la verdad es que siempre hay algo de qué hablar, pero de un momento a otro… preferí quedarme callada.

Luego, llegó un pretexto para mi ausentismo… o un motivo para quedarme más callada todavía. Me refiero a la muerte de mi progenitor, lo cual no se me antojó la más grande de las desgracias, ni una evidencia de que la vida es injusta o eso; más bien asimilé rápidamente que mi padre finalmente había sucumbido a su vicio por el alcohol. Por que no, cuando me enteré no se me vino el mundo abajo; ni si quiera se nubló un poquito; no se movió ni un milímetro…. ¡no pasó nada!... no sentí nada. Y ahora, la certeza de no haber sentido dolor cuando se supone que debió de habérseme destrozado el alma o el corazón (o lo que sea que dicen que le duele a uno cuando una de las personas que te dio la vida se muere) me hace sufrir. Tal vez porque me di cuenta de que soy un monstruo insensible o porque es terrible enfrentar el inevitable hecho de que nunca pude sentir por él lo que debí sentir (llámese amor o lo que sea).

Sin embargo, no estoy diciendo que aquello no me haya dejado conmocionada, de hecho, fue algo muy impresionante para mí todo el show, porque fue la primera vez que asistí a un cortejo fúnebre… sumémosle a eso que mi debut haya sido con ‘un ser querido’. Haberlo visto ahí tendido, amortajado… muerto; ha sido una de las experiencias más horribles por las que he tenido que pasar. Amén de las situaciones que se dieron, derivadas de haber sido hija bastarda (aunque reconocida) y que me causaron tanto asco y repulsión que estoy sorprendida de no haberme puesto a gritar en pleno sepelio.

Al final, llego a la conclusión de que mi carencia de tristeza se debe a la tranquilidad de mi conciencia. Porque quizá lo odié por muchos años… no estoy segura de haberlo perdonado alguna vez… pero sé que mi hijo ho amaba y con eso me siento satisfecha. Lo suficiente como para no sentir tanto su muerte. Todos me dicen que Vladimir es el vivo retrato de mi padre, supongo que en cierta parte tienen razón. Por lo menos, sé que no me dejé dominar por el egoísmo y desde el día que mi hijo nació convivió con su abuelo.

Hoy, poco más de un mes después, sigo sin poder sacarme de la cabeza esa canción de Vegas: “y ahora es la memoria mi guía, porque eso sí, pienso en ti cada día…”. De cualquier forma ya dediqué toda una tarde a ahogarme en llanto, a recordar las cosas que me gustaban de él y las que odiaba, a pensar que la mitad de lo que soy es gracias a él (afortunada o desafortunadamente) y a evadirme un poco de todo eso que se supone que ahora se espera de mí.

Como sea, yo sigo haciendo las mismas cosas y disfrutando de todo eso que me hace feliz. Después de todo ¿no está mejor el señor Sotelo ahora que se libró de todo lo que implica la vida? Por lo menos él ya descansa en paz…
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