Mi blog de rarezas, lo que me pasa, lo que veo, lo que leo,
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entre miles de chifladuras más!

jueves, 6 de mayo de 2010

Aslan y sus simbolismos religiosos.


Cuando apenas Vladimir cumplió un mes de nacido, comencé a leerle todas las tardes. Quizá piensen que qué caso tiene porque está tan chiquito que ni entiende, pero yo creo que a la larga ha de servir de algo, más aún cuando le leo mientras se está quedando dormido, porque según dicen que mientras los niños duermen (y en general todas las personas) se les pega todo. Así que todos los días, a la hora de la siesta, le leo a mi bebé.

Comencé leyéndole la Crónicas de Narnia, no sé por qué pensé que sería bueno; tal vez Vladimir ni siquiera pela si le estoy leyendo un cuento de hadas o uno del Marqués de Sade, pero yo espero que algún día algo bueno saquemos de esto.

Hace unos días terminamos con el séptimo libro de Lewis (el autor de las crónicas), ¡vaya! Siete libros en cinco meses. Bueno, pues no pude evitar darme cuenta de todas las veces que el autor, por medio de sus historias llenas de magia y cosas lindas, hace alusión a Dios y la religión. Y yo, atea declarada, pues obviamente tenía que dar mi opinión al respecto.

Me imagino que todos recuerdan la película de El León, la Bruja y el Ropero, esa donde cuatro niños, dos hijos de Adán y dos hijas de Eva (y desde ahí empezamos con las fallas) llegan a otro mundo a través de un ropero viejo. En este lugar, llamado Narnia, se libra la típica y eterna lucha entre el bien y el mal. Cuando Asla se sacrifica por Edmundo en la mesa de piedra ¿qué nos recuerda? Pues claro, aquél que se sacrificó por la humanidad y fue muerto en una cruz. El simple hecho del sacrificio hizo que la mesa se rompiera y Aslan regresara; lo que en el otro caso es: resucitar al tercer día. Claro que Aslan no podía tardar tanto porque la Bruja Blanca habría ganado y todo se habría acabado.

Muchas otras situaciones parecidas vemos a lo largo del resto de los libros. En el sexto podemos leer cómo se creó Narnia y ¡sorpresa! También una manzana es objeto de tentación. Cuando Aslan manda al niño Dígory a que le traiga la fruta, pero prohibiéndole rotundamente que la coma o tome otra del árbol para él. Y entonces la bruja hace el papel de la serpiente intentando que Dígory muerda la manzana y deje al León para unirse a ella. Cosa que finalmente no logra.

En el último libro vemos bastantes símbolos relacionados con el cristianismo, como por ejemplo el establo y el claro comentario de uno de los personajes, cuando dijo que una de las más grandes personas había nacido en una establo (¿quién será?). Luego cuando Aslan llega y desata su cólera inundando Narnia, lo cual no sé por qué me recuerda un gran diluvio y el arca de un tal Noe (¿?). Lo que sigue es la promesa de la vida eterna en el paraíso, todos los que obraron bien serán acogidos en mi reino, los que no, pues lástima, con la pena, perdieron su oportunidad.

Estos son sólo algunos de los ejemplos que fui percibiendo en tanto leía los libros; y no es que me haya molestado, digo, cada quien tiene derecho de creer en lo que quiera y expresarlo de la forma que mejor le acomode, sólo que me sacó un poco de onda encontrar tantas cosas de estas en una serie de libros para niños. Y lo que más me llamó la atención es cómo el autor mezcla todas estas cosas de una manera tan sutil; a ratos me daba la impresión de que me estaban impartiendo clases de catecismo de una forma subliminal. Cosa que en realidad no me molesta, (yo simplemente no creo y ni siquiera un león bondadoso me va hacer creer), pero me pregunto si otras personas estarían de acuerdo en que, por medio de cuentos infantiles, se les metieran ideas religiosas a sus hijos.

Pues quién sabe. Yo sólo puedo decir que, fuera de estas cosas, los libros me agradaron. Sobre todo el tercero, La Travesía del “Explorador del Amanecer”, donde hacen todo un viaje por los mares hasta llegar al fin del mundo; mi parte favorita, cuando Eustaquio se convierte en Dragón. Y el que menos me gustó fue el quinto, El Caballo y su Niño (raro título), quizá por ser el único donde la aventura no la vive alguien de “nuestro mundo”.

Los recomiendo si les gustan las historias infantiles de magia y aventuras, de lo contrario, absténganse, porque seguro no les agradarán. Hasta la próxima.

1 comentario:

Lydia Blackwood dijo...

Pues tendrá la libertad de hacerlo y el mensaje no es de violencia o segregación, pero si parece catesismo no lo creo muy imparcial que digamos!!!

Buen post y que bueno que ya le leas a Vlad!!!

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