Es gracioso cómo cuando comencé a ver Candy Candy, estaba muy emocionada y escribía una entrada cada pocos capítulos. Para mi era muy padre recordar mi infancia y lo mucho que me encantaba la caricatura, eran bellos todos los recuerdos de primaria que evocaba viéndola. En cambio, de la mitad en adelante (más o menos) el entusiasmo se me esfumó…
Miento, no fue desde la mitad, sino desde el momento específico en que Candy y Terry se separaron. A pesar de que ya sabía lo que iba a ocurrir, debo confesar que sentí horrible, lloré y me desesperé, me enojé con Candy por ser tan… tan… ¡¡Pendeja!! Sí, no hay otra palabra; yo jamás dejaría que el amor de mi vida me cambiara por una inválida... supongo. Ya he dicho en otras ocasiones que el carácter de la chica es muy pero muy diferente del mío, pero no entiendo cómo pudo hacer eso. Aún con lo que le dijo Albert después: “hiciste lo correcto, porque esa es la Candy de la qué él se enamoró”, digo, igual tiene razón, pero a veces hay que ser un poquito egoístas en esta vida ¿qué no?
Bueno, en la entrada pasada me quedé en que ella regresa al hogar de Pony, donde por feas jugadas del destino no se encuentra con Terry. Un día decide que quiere estudiar para ser enfermera y entonces comienza su odisea por el mundo de los hospitales. Como siempre, se encuentra con muchos obstáculos, pero gracias a su eterno empeño e inacabable (y en ocasiones inentendible) optimismo, sale adelante. Annie, Archie, Paty y Steve nuca la dejan sola, se la vive pensando en Terry (a quien ve, a distancia por cierto, una sola vez) y regresa al hogar en múltiples ocasiones.
Un día Albert llega al hospital donde Candy trabaja, malherido y con pérdida de memoria, ella lo cuida y se hace cargo de él, pero cuando se recupera (físicamente) lo echan del hospital y entonces ella se va a vivir con él para seguirlo cuidando hasta que recupere la memoria.
La tragedia sucede cuando ella se recibe de enfermera y a Terry le dan el papel principal en la obra Romeo y Julieta. El otro protagónico se lo dan a la resbalosa de Susana y entonces, en uno de los ensayos, ella salva al guapo novio de Candy de ser aplastado por unas luces, las cuales le caen encima a ella y, como consecuencia, le amputan una pierna. Neta que quien escribió eso sí quería ver sufrir a la señorita White. Pero lo peor no es eso sino que, cuando Terry invita a Candy al estreno de la obra, ella se entera de todo lo ocurrido y cede al chantaje emocional de la accidentada “déjame a Terry o me mato” ¡¡¡por favor!!! Por mí que se muera. Pero no, Candy no piensa como yo y decide alejarse de Terry, así no más.
Ay esa escena en las escaleras, cuando Candy está por irse y él llega por atrás y la abraza y le dice que la quiere… y… ay!!! Voy a llorar!!! Eso sí que es doloroso, triste y horrible. Tanto que en el camino de regreso, en el tren, ella se enferma y casi se nos queda ahí. Me cae que de haber sido yo sí me aventaba del tren… bueno, si mis circunstancias fueran las mismas de ella. Oh, qué tristeza.
Después de eso, francamente lo que pasó me importó un pepino, exceptuando a Albert y su recuperación. Me aburrió mucho cuando la mandan a trabajar a una clínica en una construcción de vías de ferrocarril en la montaña. La terminé de ver por pura curiosidad y por saber cómo está el rollo del abuelo William (cosa que no me había quedado clara hasta ahora). Además, Terry vuelve a salir en la historia una sola vez y ni se ve con Candy; resulta que se había entregado a la bebida (ja, entregado, que chusco se oye eso), pero Albert lo convence para que regrese al teatro… de hecho algunas acciones de Albert me hacen sospechar que está enamorado de Candy… Pero quien sabe, porque nunca se dice nada de eso abiertamente.
Del resto, lo único digno de destacar es que Steve se va a la guerra, bombardean su avión y muere. A Neal, el odioso hermano de Elisa, le nace un extraño amor por Candy (luego de que ella lo rescata un par de veces de algunos problemillas) e insiste en casarse con ella, a lo que los Legan acceden por puro interés (Candy heredaría la fortuna de los Andrey y, casándose con Neal, iría a parar a manos de la misma familia) y la tratan de obligar diciéndole que son ordenes del abuelo William. Muy ofendida porque el “viejito” se atreva a tomar decisiones que no le corresponden, va en su busca y ¡¡¡oh sorpresa!!! Ningún viejito, sino sólo el simpático y atractivo Albert (ya con memoria y fortuna recuperadas).
Él le explica todo, desde por qué fue nombrado tío abuelo y no podía ser visto por nadie, hasta el hecho que de la mamá de Anthony era su hermana (o sea que el chico era su sobrino) y que dio orden de que Candy fuera adoptada por los Andrey porque Anthony, Archie y Steve le enviaron una carta pidiéndoselo. Y finalmente resulta que él es el tan enigmático Príncipe de la Colina (no sé por qué no me sorprendió…).
Total, que el absurdo final se desarrolla en el Hogar de Pony, con una escena donde están toooodos sentados a una mesa al aire libre y Candy es feliz… ¿feliz? ¿Aún cuando se queda sin Terry? Diablos!!! Eso me pone más de malas todavía. Aunque dicen que hay un final feliz italiano donde sí se quedan juntos, además de una película, yo no he visto ninguno de los dos, así que no puedo opinar, pero estoy segura que cualquier otro final habría sido mejor.
Y así termino mis entradas sobre esta entrañable serie. Definitivamente no digo que me ha dejado de gustar, siempre puedo ver sólo los capítulos donde todo es bonito ¿no?, pero sí me desilusioné mucho, lo cual es un absurdo porque era lógico que la historia no iba a cambiar de cuando la vi en mi infancia a la actualidad. Y tampoco esperaba que sucediera, pero no sé, mínimo que Albert le hubiera declarado su amor… ¿o ustedes que opinan? Hasta la próxima!!!
Por cierto, esta cancioncilla la traje pegada un buen de tiempo ¡qué vocecita tan aguda! Jeje.
Miento, no fue desde la mitad, sino desde el momento específico en que Candy y Terry se separaron. A pesar de que ya sabía lo que iba a ocurrir, debo confesar que sentí horrible, lloré y me desesperé, me enojé con Candy por ser tan… tan… ¡¡Pendeja!! Sí, no hay otra palabra; yo jamás dejaría que el amor de mi vida me cambiara por una inválida... supongo. Ya he dicho en otras ocasiones que el carácter de la chica es muy pero muy diferente del mío, pero no entiendo cómo pudo hacer eso. Aún con lo que le dijo Albert después: “hiciste lo correcto, porque esa es la Candy de la qué él se enamoró”, digo, igual tiene razón, pero a veces hay que ser un poquito egoístas en esta vida ¿qué no?
Bueno, en la entrada pasada me quedé en que ella regresa al hogar de Pony, donde por feas jugadas del destino no se encuentra con Terry. Un día decide que quiere estudiar para ser enfermera y entonces comienza su odisea por el mundo de los hospitales. Como siempre, se encuentra con muchos obstáculos, pero gracias a su eterno empeño e inacabable (y en ocasiones inentendible) optimismo, sale adelante. Annie, Archie, Paty y Steve nuca la dejan sola, se la vive pensando en Terry (a quien ve, a distancia por cierto, una sola vez) y regresa al hogar en múltiples ocasiones.
Un día Albert llega al hospital donde Candy trabaja, malherido y con pérdida de memoria, ella lo cuida y se hace cargo de él, pero cuando se recupera (físicamente) lo echan del hospital y entonces ella se va a vivir con él para seguirlo cuidando hasta que recupere la memoria.
La tragedia sucede cuando ella se recibe de enfermera y a Terry le dan el papel principal en la obra Romeo y Julieta. El otro protagónico se lo dan a la resbalosa de Susana y entonces, en uno de los ensayos, ella salva al guapo novio de Candy de ser aplastado por unas luces, las cuales le caen encima a ella y, como consecuencia, le amputan una pierna. Neta que quien escribió eso sí quería ver sufrir a la señorita White. Pero lo peor no es eso sino que, cuando Terry invita a Candy al estreno de la obra, ella se entera de todo lo ocurrido y cede al chantaje emocional de la accidentada “déjame a Terry o me mato” ¡¡¡por favor!!! Por mí que se muera. Pero no, Candy no piensa como yo y decide alejarse de Terry, así no más.
Ay esa escena en las escaleras, cuando Candy está por irse y él llega por atrás y la abraza y le dice que la quiere… y… ay!!! Voy a llorar!!! Eso sí que es doloroso, triste y horrible. Tanto que en el camino de regreso, en el tren, ella se enferma y casi se nos queda ahí. Me cae que de haber sido yo sí me aventaba del tren… bueno, si mis circunstancias fueran las mismas de ella. Oh, qué tristeza.
Después de eso, francamente lo que pasó me importó un pepino, exceptuando a Albert y su recuperación. Me aburrió mucho cuando la mandan a trabajar a una clínica en una construcción de vías de ferrocarril en la montaña. La terminé de ver por pura curiosidad y por saber cómo está el rollo del abuelo William (cosa que no me había quedado clara hasta ahora). Además, Terry vuelve a salir en la historia una sola vez y ni se ve con Candy; resulta que se había entregado a la bebida (ja, entregado, que chusco se oye eso), pero Albert lo convence para que regrese al teatro… de hecho algunas acciones de Albert me hacen sospechar que está enamorado de Candy… Pero quien sabe, porque nunca se dice nada de eso abiertamente.
Del resto, lo único digno de destacar es que Steve se va a la guerra, bombardean su avión y muere. A Neal, el odioso hermano de Elisa, le nace un extraño amor por Candy (luego de que ella lo rescata un par de veces de algunos problemillas) e insiste en casarse con ella, a lo que los Legan acceden por puro interés (Candy heredaría la fortuna de los Andrey y, casándose con Neal, iría a parar a manos de la misma familia) y la tratan de obligar diciéndole que son ordenes del abuelo William. Muy ofendida porque el “viejito” se atreva a tomar decisiones que no le corresponden, va en su busca y ¡¡¡oh sorpresa!!! Ningún viejito, sino sólo el simpático y atractivo Albert (ya con memoria y fortuna recuperadas).
Él le explica todo, desde por qué fue nombrado tío abuelo y no podía ser visto por nadie, hasta el hecho que de la mamá de Anthony era su hermana (o sea que el chico era su sobrino) y que dio orden de que Candy fuera adoptada por los Andrey porque Anthony, Archie y Steve le enviaron una carta pidiéndoselo. Y finalmente resulta que él es el tan enigmático Príncipe de la Colina (no sé por qué no me sorprendió…).
Total, que el absurdo final se desarrolla en el Hogar de Pony, con una escena donde están toooodos sentados a una mesa al aire libre y Candy es feliz… ¿feliz? ¿Aún cuando se queda sin Terry? Diablos!!! Eso me pone más de malas todavía. Aunque dicen que hay un final feliz italiano donde sí se quedan juntos, además de una película, yo no he visto ninguno de los dos, así que no puedo opinar, pero estoy segura que cualquier otro final habría sido mejor.
Y así termino mis entradas sobre esta entrañable serie. Definitivamente no digo que me ha dejado de gustar, siempre puedo ver sólo los capítulos donde todo es bonito ¿no?, pero sí me desilusioné mucho, lo cual es un absurdo porque era lógico que la historia no iba a cambiar de cuando la vi en mi infancia a la actualidad. Y tampoco esperaba que sucediera, pero no sé, mínimo que Albert le hubiera declarado su amor… ¿o ustedes que opinan? Hasta la próxima!!!
Por cierto, esta cancioncilla la traje pegada un buen de tiempo ¡qué vocecita tan aguda! Jeje.
7 comentarios:
¡Anodadado me dejas!
¿Y ahora qué? (¡Presume de blog, amigo!) ¿Me veo Mazinguer Z?
Hala! No tenía ni idea de toda la historia que tenía esta serie detrás, me sonaba de ver algún dibujo en alguna parte y saber como se llama Candy, pero muy poco más. No sé si lo echaban en la tele de aquí cuando era pequeña, pero la verdad es que por lo que cuentas es una historia muy larga, retorcida y triste... eso sí, me he leído la entrada de principio a fin, jeje.
Besos!
@Roxe: uy, pues yo no te puedo decir nada de esa serie, nunca la he visto XD
@Sonix: pues sí, bastante larga (me llevé seis entradas hablando de ella desde que comencé a verla, XD). De hecho el que me guste tanto se lo debo a mi mamá, je. Besos a ti también.
Salu2 y gracias por pasar!!
Creo que a nadie le ha gustado ese final y mucho menos que Candy no se quedara con su gran amor Terry.
Me dío mucha risa cuando Candy le confieza a Albert las veces que se ha enamorado y le dice del príncipe de la colina, obvio que aún no sabía que el era tu "tío abueo"
Me recomendaron leer Candy en el rencuentro del vortice, me convencieron algunas cosas pero tu juzga te dejo el enlace, por si quieres leerlo
http://www.fanfiction.net/s/665056/1/Reencuentro_en_el_Vortice
Saludos!!
@magia y sangre: gracias por la recomendación, quise leerla antes de contestar tu comentario, pero sólo pude leer el primer capítulo (es una continuación algo larga). Me enganchó y lo voy a seguir leyendo. Gracias por pasar, salu2!!
¡Wao!. Hacía siglos que no sabía de Candy. Me encantaba esta serie y grabé (en Betamax) varios capítulos.
Igual que a tí, casi me da con la escena de la escalera... ¡Wao! y también hubiera querido que se quedara con Albert por lo menos, o que le diera algo a la zoqueta de la Susana y Terry regresara con ella libre para ser felices, unos años después (no muchos) de que la viera feliz siendo enfermera (desde lejos).
Pero bueno, no me disgustó del todo el final, porque a pesar de querer tener mi lado romántico favorecido, me pareció bien que se mantuviera siempre fiel a ella misma y que buscara su felicidad más allá de un hombre.
Saludos,
@nbp1: en lo último tienes toda la razón querida, la verdad es que pocas con la fortaleza y fuerza de voluntad de esta mujer. Lo bueno es que cada una de nosotras siempre podremos imaginar un final como más nos guste ¿no? Un saludo!!
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