Porque mi sangre corre por tus venas, dulce, caliente y llena de misterios. Tú, que eres mi creación, engendro de mi locura, heredero de mi impío legado, capricho de un ser superior sin nombre ni adoradores; que te aferraste a la vida para juntar las piezas de mi cordura y ponerlas junto a los restos de mi corazón. Tú, que eres mi inmortalidad, vuelcas tu energía en mí para arrancar de mi alma el sufrimiento y mantenerme en este mundo, junto a ti, hasta que puedas enfrentarte solo a él.
***
Si alguna vez el diablo se me aparece y no tiene los ojos verdes, sabré que no viene a hacer tratos conmigo, sino a arrancarme, ya la lengua, por blasfema; ya el alma; por atea; o bien, ya el corazón por haberte amado tanto aún cuando lo tenía prohibido.
***
A veces pienso que se está muriendo mi raciocinio, que ha ido decayendo y perdiendo la habilidad… de entenderse a sí mismo. Y, dentro de mi cabeza, que tristes me suenan mis propios pensamientos ya…
***
Una vez vi una especie de aparición, no sé si era un ángel o un fantasma (después de todo, según cierto poeta, esposo de cierta escritora de ciertas crónicas vampíricas ¿qué es un ángel, si no un fantasma travestido?). Y tengo la frustrante y poco consoladora certeza de que moriré ignorando qué o quién era, y qué había ido a buscar a aquél lugar.
***
Ha pasado mucho tiempo, dejé de contar los días, dejé de contar los sueños, dejé de contarlo todo. Ahora sólo plasmo trozos, de tristeza o de alegría, de mi vida, pero sólo trozos. Pedazos de mi se fueron con aquellos cuyos nombre es difícil de evocar; con besos furtivos, tiernos o apasionados, que entre cálidos alientos se robaron un poco de mi.
***
He estado escuchando canciones de Vegas, sólo para sopesar un poco todo lo que cambió y todo lo que sigue igual, condenado a no cambiar, condenado a no cambiar. Y es que es como si esas pinches canciones me amarraran al pasado, o peor, me traen el pasado al ahora y me lo clavan bien profundo… y doloroso. Ese pasado que tanto daño me hizo, ese pasado pintado de ningún color y enmarcado por canciones de Nacho diciendo “brujita me irrita la gente maldita que trata de hacerte sufrir, yo los mataría, les arrancaría la piel hasta verlos morir”. Ese pasado en el que converge mi presente, en el que se alinearon lejanas constelaciones y absurdas decisiones que fabricaron mi ahora. Ese pasado que debería de amar, pero que sin embargo detesto, aunque debo agradecerle tanto y me complazco en recordarlo simplemente para estar segura de haber aprendido algo.
***
Mi príncipe de las tinieblas ha perdido gallardía, la sedocidad de su cabello no es la misma y, en fin, se acabó la luminosidad de su rostro que tanto me seducía.
***
Mi rincón de los recuerdos se compone de detalles. Cada foto es un instante que le robo al paso del tiempo; cada canción, un fragmento de mi propia vida que puedo volver a vivir con tan solo escucharla; cada verso es un pedazo de mis locos sentimientos que, atrapado en tinta y hojas, no dejo escapar al universo.
***
Eres lo más grande que tengo, aunque tu estatura no exceda los 80 centímetros, aunque tu edad te excluya de algunas cosas, aunque tus frases no sean correctas y tus pláticas no estén llenas de referencias literarias (aún).
Para mi, tus balbuceos son más grandes e inspiradores que cualquier melodía de Beethoven o cualquier cuadro pintado por Leonardo. Para mi es perfecta tu estatura porque aún puedo acunarte entre mis brazos y la inocencia de tu edad es la alegría de mi alma.
Por lo tanto, si eres lo más grande (y más hermoso) que yo tengo por mi el resto del mindo puede perderse entre hojas secas de marihuana envueltas en papel arroz.
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Si alguna vez el diablo se me aparece y no tiene los ojos verdes, sabré que no viene a hacer tratos conmigo, sino a arrancarme, ya la lengua, por blasfema; ya el alma; por atea; o bien, ya el corazón por haberte amado tanto aún cuando lo tenía prohibido.
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A veces pienso que se está muriendo mi raciocinio, que ha ido decayendo y perdiendo la habilidad… de entenderse a sí mismo. Y, dentro de mi cabeza, que tristes me suenan mis propios pensamientos ya…
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Una vez vi una especie de aparición, no sé si era un ángel o un fantasma (después de todo, según cierto poeta, esposo de cierta escritora de ciertas crónicas vampíricas ¿qué es un ángel, si no un fantasma travestido?). Y tengo la frustrante y poco consoladora certeza de que moriré ignorando qué o quién era, y qué había ido a buscar a aquél lugar.
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Ha pasado mucho tiempo, dejé de contar los días, dejé de contar los sueños, dejé de contarlo todo. Ahora sólo plasmo trozos, de tristeza o de alegría, de mi vida, pero sólo trozos. Pedazos de mi se fueron con aquellos cuyos nombre es difícil de evocar; con besos furtivos, tiernos o apasionados, que entre cálidos alientos se robaron un poco de mi.
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He estado escuchando canciones de Vegas, sólo para sopesar un poco todo lo que cambió y todo lo que sigue igual, condenado a no cambiar, condenado a no cambiar. Y es que es como si esas pinches canciones me amarraran al pasado, o peor, me traen el pasado al ahora y me lo clavan bien profundo… y doloroso. Ese pasado que tanto daño me hizo, ese pasado pintado de ningún color y enmarcado por canciones de Nacho diciendo “brujita me irrita la gente maldita que trata de hacerte sufrir, yo los mataría, les arrancaría la piel hasta verlos morir”. Ese pasado en el que converge mi presente, en el que se alinearon lejanas constelaciones y absurdas decisiones que fabricaron mi ahora. Ese pasado que debería de amar, pero que sin embargo detesto, aunque debo agradecerle tanto y me complazco en recordarlo simplemente para estar segura de haber aprendido algo.
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Mi príncipe de las tinieblas ha perdido gallardía, la sedocidad de su cabello no es la misma y, en fin, se acabó la luminosidad de su rostro que tanto me seducía.
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Mi rincón de los recuerdos se compone de detalles. Cada foto es un instante que le robo al paso del tiempo; cada canción, un fragmento de mi propia vida que puedo volver a vivir con tan solo escucharla; cada verso es un pedazo de mis locos sentimientos que, atrapado en tinta y hojas, no dejo escapar al universo.
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Eres lo más grande que tengo, aunque tu estatura no exceda los 80 centímetros, aunque tu edad te excluya de algunas cosas, aunque tus frases no sean correctas y tus pláticas no estén llenas de referencias literarias (aún).
Para mi, tus balbuceos son más grandes e inspiradores que cualquier melodía de Beethoven o cualquier cuadro pintado por Leonardo. Para mi es perfecta tu estatura porque aún puedo acunarte entre mis brazos y la inocencia de tu edad es la alegría de mi alma.
Por lo tanto, si eres lo más grande (y más hermoso) que yo tengo por mi el resto del mindo puede perderse entre hojas secas de marihuana envueltas en papel arroz.
5 comentarios:
Pues me gustan estas divagaciones tuyas.
Besos!
tas veces, tantas cosas que creiamos "eternas" nos demuestran su duración, espero. que lo vuestro solo dure un día más, hasta mañana, y allí, hasta mañana, y así "ad eternum".
(Vale sobraba el latinajo, pero es que si no es así, ¿cuando los usos?)
Fuck!!!!Esto estuvo muy bueno...Karla...Que dichoso se debe sentir ese pequeño vampirito que cuidas con tanto amor y esmero...me han gustado mucho tus palabras...Te dejo un beso...Y uno mas grande para el pequeño vampiro...Te saluda Maharet...Desde las mas profundas tinieblas...
me dieron ganas de leer algo más :D
gracias
@alcorze: gracias!!
@Roxe: pues de la duración no sé, pero del latí, si lo sabes ¿por qué no presumirlo?
@Maharet Reina Madre: pues quizás aún no puede sentirse orgulloso, pero espero que algún día lo esté!!
@reptilio: procuraré devagar más seguido XD
gracias por pasar y un beso a los cuatro!!
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