Mi blog de rarezas, lo que me pasa, lo que veo, lo que leo,
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pero sobre todo mi amor por mi hijo,
entre miles de chifladuras más!

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Mi Príncipe de las Tinieblas.


Para comenzar el mes quería poner uno de mis poemas, pero la verdad es que últimamente no he estado muy inspirada y mis viejas libretas andan perdidas en el infinito abismo de mis cajas de mudanza, porque todavía no las desempaco todas (eso se llama desidia, diría mi mamá, ya va a ser un año!!), pero en fin. Mi Príncipe de las Tinieblas es el título de una poesía que escribí hace algún tiempo y lo menciono porque curiosamente he soñado con ese príncipe, a saber, uno de mis viejos amores.

El sueño fue más bien una especie de pesadilla combinada con historia de amor (yo y mi absurdo romanticismo), y claro que también tuvo sus toques de acción (no la que algunos se están imaginando, no hubo sexo). Resumido, una de esas extrañas y oníricas películas inventadas por mí en mí en mi loco mundo de los sueños, donde puedo ser la protagonista o una simple espectadora. Por lo general estos sueños son inspirados por todo lo que leo antes de dormir, pero a veces tienen unos argumentos tan bizarros y complicados que yo misma me sorprendo.

En esta ocasión la cosa estuvo tan loca y rara que no la puedo sacar de mi cabeza, cabe mencionar que recuerdo casi todo lo que pasó en este sueño, lo digo porque los especialistas dicen que es casi imposible recordar los sueños por completo, pero a mi por lo general siempre se me quedan bien grabados. Ahora, sobre todo, me ha hecho recordar a este antiguo amor y lo bien que en su momento lo pasé con él. Yo creo que también me siento un poquito nostálgica.

No diré su nombre, por obvias razones y para no sentenciarme yo solita, además de que si llega a leer esto no quiero inflarle el ego ¡ja! Lo conocí cuando estaba en preparatoria (aclaro que él no iba en la misma escuela que yo) y la nuestra siempre fue una relación muy extraña. Teníamos en común el hecho de ser raros, principalmente, nuestro gusto por lo gótico y un poco la peculiar manía de sentir algo de placer ante el sufrimiento ajeno. Siempre nos la pasábamos genial juntos, hablando de nuestras cosas e intercambiando opiniones y unos cuantos besos. Nunca tuvimos una relación formal, traducción: jamás fuimos novios, pero tampoco éramos de esos “amigos con derecho”.

Yo siempre he creído que estábamos destinados a conocernos y estar juntos cuando lo necesitábamos, no cuando queríamos. Dicho de otra manera, no quedábamos para vernos, no teníamos un día para encontrarnos y tampoco hacíamos citas ni nada de eso. Cada quien hacía su vida por su lado y podían pasar meses sin saber el uno del otro. Pero de repente, un día cualquiera, nos topábamos en la calle, a veces en lugares donde era imposible saber que el otro estaría, y pasábamos unos ratos juntos. Hablábamos como si nos viéramos con frecuencia, nos besábamos un poco (no mucho) o sólo nos quedábamos abrazados y en silencio. Él tenía el cabello largo y a mi me encantaba acariciarlo recordando las líneas de Louis cuando Claudia dormía en su ataúd (véase la película Entrevista con el Vampiro) “rizando con sus diminutos dedos mi cabello”. Y es que así me sentía, como si fuéramos dos inmortales que sólo se encontraran algunas veces en la eternidad para contarse en silencio lo que han sido sus andanzas durante la noche infinita.

Sí, así de metafórica era mi vida, siempre relacionada con la sangre, la noche, el dolor… pero bah, ese tiempo ya pasó (aunque claro que ha veces que extraño mi antigua vida errante). El punto es que él era como yo y aunque nunca dijimos “te quiero” yo siempre lo consideraré uno de Los Grandes Amores de mi Vida. Por lo poco o mucho que compartimos, por el simple hecho de ser una de esas personas que no se olvidan y también ser de los pocos que coincidían tanto conmigo en mi forma de pensar.

Han pasado alrededor de dos años desde la última vez que nos vimos. Pienso que esto se debe a mi teoría de que no lo hemos necesitado (desde aquí, sólo espero que él esté muy bien). Confieso que ganas no me han faltado de llamarlo para preguntarle cómo está y quizá verlo para darnos un abrazo (besos ya no, porque ahora soy una mujer casada XD). Total, esta fue una pequeña dedicatoria a mi Príncipe de las Tinieblas; quizás un día de estos me ponga buscar mis viejas poesías y publique aquí la que mencioné. Mientras tanto un saludo y hasta la próxima!!!

3 comentarios:

Sonix dijo...

Qué suerte tienes de recordar tus sueños, a mí me gustaría recordar los míos alguna vez...
Es curiosa esa historia de amor casi sin palabras ni formulismos, muy curiosa. Y es bonito que después de que haya pasado tiempo la recuerdes con cariño.
Un beso!

Patricia Úbeda. dijo...

Hola, me ha encantado lo que has escrito, me ha parecido esa experiencia,aunque no haya llegado a algo más ha sido bonita, yo estoy enamorada de un chico que no está en la misma clase, además nos llevamos cuatro años diferencia, aunque no hablamos mucho y tampoco quedamos...pues espero que cambia las cosas y ese chico me corresponda. Es mi deseo que más me hace palpitar mi corazón...nos encontraremos en el instituto, y va ser nuestro último año...así tengo que aprovechar el tiempo.
Besos, que lo pases bien lo que queda por esta semana.

Karlita la + Bonita dijo...

@Sonix: pues deja te digo que a veces no es tan padre recordar los sueños, más bien cuando son pesadillas sin final feliz, se siente feíto.

@goth gatita: te deseo muchísima suerte en eso chica. Pero no esperes a que él de el primer paso, si no, luego te puedes arrepentir. Total, si te dice que no (que esperemos que no pase) no pasa nada, mejor enterarte para así pasar a otra cosa XD, bueno, eso opino yo!!

Saludotes y gracias por pasar!!

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